26 de enero de 2009

Homenaje a los Vecinitos del Terror

Ahorita mismo debería estar trabajando en lugar de estar escribiendo. Pero hoy, algo en mi querida colonia cambió: ¡¡¡se fueron los vecinos!!!

Hace como cinco años yo tenía unos vecinos muy bonitos, eran la mamá, el hijo y la abuelita. Todos muy discretos y calladitos, ni siquiera se notaba que estaban ahí. Mantenían su casita limpia y ordenada. De repente, llegó un camión de mudanza y huyeron de aquí. Y fue cuando llegaron: los vecinos del terror.

De buenas a primeras me quitaron mi lugar de estacionamiento. Bueno, yo no tengo auto, pero la gente que me ha llegado a visitar, si tiene y no hay dónde se puedan estacionar los pobres. Trajeron un montón de macetas horrendas, con plantas descuidadas y secas y las pusieron aquí afuerita, como si de veras valiera la pena voltear a verlas. Pusieron unos tabiques horrendos junto al escalón de la entrada de su casa. Trajeron unos perros feísimos que ladraban por todo. Y como compartimos pared: ya se imaginarán el escándalo. Pero lo peor, lo peor eran las personas. Primero llegaron una multitud de solteronas amargosas. Creo que eran la mamá y las hijas. Todas parecían brujas salidas de diferentes cuentos de hadas haciendo su diario aquelarre. Eran escandalosas, peleoneras, gritonas, argüenderas y muy muy feas. Nunca me dirigieron la mirada y mucho menos el saludo. La peor de todas era una vieja horrenda, parecida a la maestra Troncha Toro de Matilda. Una temporada le dió por llegar a altas horas de la madrugada, entre semana, con un galán acá de lonchería, y se ponían a entonar canciones a la puerta de mi casa, con varios alcoholes entre espalda y pecho y muy muy poco sentido del ritmo y la entonación. Su más grande éxito: Hacer el amor con otro, de Ale Guzmán.

De repente, Troncha Toro se fue pero dejó a sus sucesores. Otro hermano, igual de feo que ella, nomás que en masculino. Según era mecánico y plomero y un día hasta me ofreció sus servicios. Siempre tenía muchos autos viejos afuera de la casa, algunos completamente abandonados y polvosos. Él tenía un hijo, o sobrino o nieto o yo qué sé, un quinceañero rudo que escuchaba Metallica, a todo volumen, todos los días a eso de las diez de la noche. Una señora vivía también con ellos, tal vez mamá del chico rudo. Recuerdo que el 31 de diciembre llegó a tocar a mi puerta, con un recipiente con sus cuadritos de achiote, cebolla y ajo, que porque se le había descompuesto su licuadora. -¡Veciiiiiina, bueeeenos díiiiias!- ¿Vecina? Pero si nunca me habla esta señora y ora quiere que le muela sus especias. Noooooo. -Újule, perdóneme, pero no tengo licuadora. Ora sí le voy a quedar mal.- ¿ora sí? pero si nunca habíamos cruzado palabra. Bueno, pues así las cosas, la vecina muy amigable quería un favor y no se lo concedí.

Alguna vez, que dejaron su puerta abierta, pude mirar un poquito hacia adentro de su cuchitril. Mejor no lo hubiera hecho, pues no era mejor el interior que el exterior de su casa: lleno de triques, tablas, muebles apilados, una estufa vieja y cientos de pinganetes (así decía mi abuelita) tirados por doquier. Mi casa se veía reina junto a ese caos.

Desde ayer que llegué en la tarde, no hay autos. Hoy me fijé mejor y ya no hay cortinas. Todo está en silencio. Se fue Troncha Toro y su hermano, se fueron los portazos y gritos, se fue el chico rudo y su concierto de Metallica, se fueron los triques, excepto por las macetitas esas tan bonitas y las fantásticas manchas de huevo en su fachada. Éso sigue ahí.

Aquí y acá algunas de las fantásticas anécdotas con mis vecinitos.

Por un lado, me siento tranquila de que ya no estén, pero no sé que tipo de alimañas se vayan a venir a vivir acá ahora que la casa se ponga en renta otra vez.

Pronto: agregaré fotitos de la fachada con manchas de huevo y las enormes y horrendas macetas.

17 de enero de 2009

¿Evasión?

¿Ponerse la pijama a las 7 de la noche y tratar de escribir nada es evasión? Pos ya me fregué.

9 de enero de 2009

Sueños diferentes, personaje recurrente

He estado soñando mucho. No me gusta. Los sueños varían pero siempre está ese personaje. ¿Por qué? Me molesta soñarlo. No debería estar ahí. ¿Es un deseo? ¿premonición? ¿frustración? ¿depresión? No lo sé, no sé interpretar sueños. ¡Maldita sea! Yo sólo quiero que desaparezca de aquí, de mi cabeza. No me acuerdo de su apariencia física exacta, aunque sí sé quién es, no recuerdo su ropa, ni lo que dice, sólo sé que está ahí, latente. ¿Qué no tiene nada más que hacer? Hoy quiero que se vaya.

¡Vete ya! ¡Adiós!¡No te quiero ver más!

Aquí el soundtrack no original de este post carente de originalidad.


5 de enero de 2009

¡¡¡MAGIA!!!

El cinturón de Orión: seguramente brilla
mucho porque es noche de Reyes Magos.


Esta noche es una de mis noches favoritas. Siempre lo ha sido. Recuerdo cuando era una niñita, y no quería dormir, mi mamá me daba leche con miel de abeja, según ella para que durmiera bien. Aún utilizo ese remedio para el insomnio, no sé, pero sirve. Mi cama estaba junto a la ventana y durante la noche, abría la cortina para ver si podía ver descender a los Reyes Magos de las estrellas. Miraba y miraba y nunca pasaba nada. ¿Cómo era posible? Finalmente, el sueño me vencía, pero sólo por unas horas, porque a las 3 de la mañana despertaba e iba abajo a ver el árbol y ¡sorpresa! habían llegado ya, y había muchas cosas bonitas que me habían dejado los Reyes. Recuerdo mucho esa sensación: mariposas en la panza, nervios, incertidumbre. Cada año, ésa ha sido la mejor noche de mi vida. Así fue como aparecieron en mi vida: Samantha y Karla, los chosunes, mis Barbies, mis playmobil y mi primera trilogía de Star Wars. ¡Aaah, es magia pura!

Hoy no está la bella Blue conmigo, pero no dejo de sentir esas mariposas en el estómago. Hoy no puedo dormir, estoy emocionada. Salgo a fumarme un cigarro y de pura casualidad no prendo la luz del patio, miro hacia el cielo y ahí está, el cinturón de Orión, brillando como todas las noches de Reyes Magos. No recuerdo un sólo día de Reyes que no haya volteado a ver las estrellas y esas tres no estén brillando en el cielo. Me siento feliz y nerviosa y viva. Ésa es la magia, hoy es una noche especial: extraño a la bella Blue, pero sé que ella está viviendo su propia noche de magia.

Esta foto debe tener unos 26 años de
antigüedad. Puede apreciarse la evidente
felicidad de la autora de este espacio.


Y ya me voy a dormir si no, no me van a traer nada. ¡Hasta mañana!

3 de enero de 2009

¿Más películas? ¿Más zombies? ¡Ya chole! ¿no?

Sí, empecé mi año con el pie derecho en cuanto a pelis y ví por segunda vez, pero con otros ojos: Night of the Living Dead de George A. Romero. Me gustó más y la disfruté más: hasta soñé con zombies, no me acuerdo qué, pero soñé con zombies. ¡Jajaja! Las primeras rolitas que escuché fueron las del master Chava Flores: El gato viudo, Los quince años de Hespergencia, Cerró sus ojitos Cleto, etc. Las oí durante mi viaje a Muy muy lejano, para ver a mi abuelita y llegué de muy buen humor. Ya llegando aquí a su pobre casa, pos me puse más solemne y escuché un soundtrack buenísimo: Dracula, de Philip Glass interpretado por Kronos Quartet. ¡Encantador!

¿Y los propósitos? Pues aún no los medito bien, serán tal vez los mismos del año pasado:
  • tengo que hacer algo con mi puntualidad, es muy deficiente en verdad.
  • tengo que dejar de huir de la gente que conozco en lugares públicos: ¡och! es que me choca saludar gente y no tener nada que decir, tons mejor corro para otro lado para no sufrir un silencio incómodo.
  • regresar a la natación (esto no necesita explicación, necesito regresar y eso haré)
  • ver muchas muchas películas de todo tipo.
  • ser hermitaña por decisión, no circunstancial.
  • leer un poco más, bueno, leer. Es que a veces no tengo tiempo de nada y ya a las 11 o 12 de la noche leer sólo me provoca sueño ¡qué mal! pero así es. ¡Recomendaciones por favor!
  • revisar mis opciones de crecimiento profesional: este año siento que me empezó a salir moho en mi ya medio rancio cerebro, tal vez me esté convirtiendo en zombi ¿o ya lo seré?
  • ser menos desordenada: Roma no se hizo en un día, así que sólo aspiro a no ser tan desordenada.
  • ser menos amargada (mismo caso que el punto anterior)
  • dibujar ¿dibujar? ¿tendré tiempo? no lo sé, pero es mejor agregarlo a la lista pa que no se me olvide.
  • vacunar a Cempazúchitl.
Y ya con eso, creo que son más que suficientes propósitos. No los puedo lograr todos de una sola vez, pero pos ya veré qué se le hace. ¡Si no, pues los vuelvo a repetir el año que entra!