28 de diciembre de 2010

Y... tejo como una araña

Bueno, no tanto, aún me falta experiencia y habilidad, pero poco a poco lo voy consiguiendo. Mi principal maestra y gurú del tejido es mi querida abuela que, desde que tengo memoria, teje constantemente hasta que de sus manos surge una gran colcha toda tejida a mano. Ella no necesita más que su gancho, estambre y sus manos que aún tejen cosas lindas. Hace muchísimos años, cuando necesitaba entretenernos a mi hermana y a mi (porque a veces sí dábamos lata), nos daba nuestros ganchos y nos ponía a hacer cadenita, cosa que me costaba mucho trabajo y terminaba desesperándome horrendamente. Hace no tantos años, pero varios ya, mi madre me regaló todo un kit de tejido de bolsas y fue así como me aproximé a mi señora abuela de nuevo a que me explicara bien cómo se hacía. Y desde ahí me dió por tejer. Honestamente, lo único que sale de mis manos son bufandas, pero he aprendido a hacer diferentes tipos de punto, a utilizar telares y sólo a dejar que mis manos trabajen. La verdad, lo que más me gusta de este asunto, no es el resultado, porque luego me quedan unas cosas muy extrañas (como los suéteres que teje Morticia Adams), si no el hecho de que mi mente se relaja, y aunque no está en blanco (jamás he podido hacer eso), me da oportunidad de reflexionar y pensar con calma mientras tejo. Es una terapia bastante efectiva dada mi tendencia a la depresión. Y bueno, termino regalándoselas a mis féminas favoritas (o sea, mi abue, mi madre, mi hermana y mi hija), aunque no se las pongan, sólo cuando me ven.



Un suceso intrascendente más que agregar a la lista.

2 comentarios:

Diana dijo...

¡Qué padre está la foto! Yo todavía tengo todo lo que has tejido. Nunca volviste a hacer estuches, y eran la neta. Yo todavía uso el que me hiciste, color chocolate podrido o palo de rosa o algo así. Lo amo. No puedo vivir sin él.

Nadia dijo...

Buena idea: estuches. Ya se me había olvidado esa sección de mis tejidos. Dime de qué tamaño y color y te hago uno. Pinky promise!