25 de agosto de 2008

Pa no andar golpeando gente...

Empiezo este post con una pregunta para los lectores poseedores de un blog:

¿Para qué diablos tienen un blog?

Ahora que estaba llevando a cabo mi sagradisisísimo quehacer, me hice esa pregunta ¿para qué? En mi caso, aún no llego a una respuesta adecuada, como dice el título: pa no andar golpeando gente. Si, tal vez, esa sea mi situación privada, personal, individual, mía. A ver ¿por qué la gente no mejor se agarra una libretita y escribe todas estas cosas? Yo no lo sé. Sólo creo que alguien que escribe en un sitio accesible a tanto público, quiere ser leído. ¿Yo quiero ser leída? Mmmm, aún no lo sé. Supongo que sí, si no no estaría escribiendo tanta tarugada en este espacio y supongo que tampoco estaría pensando qué carajos escribir para quién sabe quién.
Yo lo uso para no andar golpeando gente, y es que en esta semana, he tenido toda la intención de golpear a dos que tres individuos que me han hecho sentirme molesta. Veamos el primer caso, el cual no tiene autor, pero cómo tenía yo ganas de golpear a alguien.

Caso 1. El lugar donde laboro cumple 15 de existencia, y por supuesto, es motivo de alegría y festejo. Para ello, me han pedido que porte una coronita, como las de Miss Universo, nomás que de plástico y en lugar de "Miss" dice "Princess" con unas letras bien grandes en el frente. ¿Yoooo? ¿Princesa? Pues si, comparto un poco la idea de que todas somos princesas, como en la película de Cuarón "La Princesita", pero habemos de princesas a princesas. Yo prefiero mi look de Metepunk Ranch Urban Princess, que el de princesa de cuento, con coronita plateada. Y bueno, mientras portaba yo este bello ornamento en mi cabezota, las palabras de Bart Simpson daban vueltas en mi cabeza:"Debes querernos mucho para caer tan bajo." Y sí, caí muy bajo, en el mundo de princesa de Disney con su coronita y su eterna sonrisa tipo Barbie. No tengo nada contra ellas, pero definitivamente, con mi Ranch look, no puedo soportar verme como quinceañera de pueblo, nomás no. Y he ahí, la primera de las razones por las que quise golpear a alguien esta semana.

Caso 2. Los sábados también laboro, pero en un lugar distinto. Ahora, en este finísimo lugar, tuve a bien encontrarme con uno de los seres más patanes que haya conocido. No es que esté chapada a la antigua, pero creo que cuando alguien necesita ayuda, sea dama o no, esta se le puede ser otorgada y no hay nada que perder en este acto. Es así, como este individuo, no pudo ayudarme a abrir las ventanas, no. Tampoco pudo levantar mi lápiz que cayó cerca de sus pies, no. Y finalmente, aparte de sentirse sabelotodo, lo cual de verdad me irrita, tuvo la descortesía de llamarme así: "¿Oye? psssss, psssss" ¡¡¡como si yo no tuviera un nombre!!! Tuve unas ganas enormes de soltarle un puñetazo en plena cara, pero las palabras de mi madre siempre vienen a mi mente en estas situaciones "La diplomacia ante todo". Y como mencioné anteriormente, yo soy una princesita, y como tal me porté. Me paré frente a él, mientras todos lo miraban, y con voz fuerte, clara y un poquito molesta le dije: "Tengo un nombre ¿sabes?" Y claro, se hizo el silencio incómodo y el patancito ese sólo frunció el ceño. Bueno, que puede uno esperar de gentuza de ese calibre. ¿Cierto?

Caso 3. Hoy, al terminar mi jornada laboral, me dispongo a ir por unos zapatos que necesitaban compostura. Al llegar ahí: no estaban listos. Entonces, me dirijí a un local de bordados, y tampoco había lo que necesitaba. Así que mejor decidí ir a casa después de haber perdido mi tiempo horriblemente, y con muchas ganas de golpear a alguien en el camino.

Caso 4. Cayó una lluvia torrencial. Mi casa, pues no es muy nueva, ni grande, ni bonita. Y además tiene goteras en la sala. Es horrendo. Pero me he acostumbrado, ya que la falta de plata y mi miedo a las alturas, no me han permitido impermeabilizarla. Pero eso no es lo peor, hoy haciendo las labores del hogar, descubrí una nueva gotera justo en mi clóset. Se imaginarán cómo quedó todo empapado y yo sin saber por dónde empezar. Otra vez: que nadie se me ponga enfrente porque lo golpeo.

Y así se me ha ido el fin de semana y este encantador lunes. Y debo irme ya, porque mi escoba y trapeador me están esperando tan fielmente como siempre.

Todo aquel que lea este post, deberá contestar la pregunta formulada al principio de éste.

18 de agosto de 2008

¡¡¡Horror!!! Creo que Dr Jekyll era mujer.

Mi vida, aparte de todas las subidas y bajadas que tiene, además de todas las personas que circulan por ella, ha sido afectada por un ser peludo y negro. Desde su casual aparición en mi existencia, hace poco más de un año, mi vida ha dado un giro de 360º. Me cautivan sus ojos, su inocencia de niñita, sus bigotes largos y negros, sus patas que parecen gomitas y su pelaje negro brillante. Me ha demostrado que, a pesar de todos mis horrendos prejuicios, es un ser al que sí le gusta sentirse querido. Y tal es mi fascinación por ese horrendo bicho, que ahora soy capaz de acercarme a casi cualquier bicho de su especie sin sentirme amenazada por sus largas garras y sus ojos penetrantes. Soy capaz de quedarme en casa para hacerle compañía y hasta la dejo dormir a mi lado. Le he tomado cientos de fotos en cientos de diferentes posiciones, le he fabricado cojines para que se acueste, la baño cada mes aunque me rasguñe, y muchas otras acciones que me hacen una ama entregada y amorosa.
Sucede entonces que, como dicen por'ai "no todo es miel sobre hojuelas" y existen ciertas desventajas de tener a otro ser compartiendo el techo con uno. Esas desventajas, que en realidad, existen en todos los seres vivos, se llaman hormonas.
No sé qué pasa con todo el mundo, pero parece que eso de las hormonas afecta seriamente nuestras vidas. Sobre todo las mujeres, hembras, féminas, etc. cuyos ciclos hormonales son horrendos. Aún no he entendido al 100% esa cosa de la progesterona y los estrógenos, lo que si entiendo es que pueden hacerte pasar un muy mal día, o hasta una pésima semana, o un mes, o un año, depende de cuánto se las deje dominar nuestro ser. (Creo que me he desviado un poco. Lo siento.)
Así pues, este ser peludo tan maravilloso, tan amoroso, tan hermoso se ha vuelto un monstruo. Dr. Jekyll y Mr. Hyde seguramente era una mujer. No es posible que eso llamado hormonas, pueda hacer que mi muy querida niña negra se haya vuelto insoportable. Lo peor de todo: ya fue operada, no debería estar pasando. Ahora, lo único que queda es esperar. Esperar con maullidos en la noche y en el día. Esperar cuidando la puerta para que no escape. Esperar sin poder cargarla porque está muy sensible. Esperar sin poder abrir las ventanas de par en par. Esperar, esperar, esperar. Al menos eso dijo el veterinario que me cobró una alta suma de dinero para decirme: "Espera un mes o dos, a ver si se le pasa". (¿Se me pasará a mi también?)

10 de agosto de 2008

¿QUÉ HACER? O ¿QUEHACER?

¿Qué es lo que hacemos cuando estamos mucho tiempo solos? A mi me da por sentarme frente a la televisión y revisar una y otra vez lo aburrida que es la programación de sábados por la tarde. Bailar y cantar a grito pelado es otra opción, al fin no tengo ningún pudor conmigo misma. Lo que también he hecho es ver películas, e irremediablemente me quedo dormida, aún cuando la película promete ser buena y he estado esperando ese momento para verla en soledad. Mmmmm, se me ha ocurrido salir sola, a la calle, a ver qué pasa. Pero no me gusta, no me gusta nada, termino comprando lo primero que se me pone enfrente y luego me arrepiento de haber gastado mi dinero en algún cacharro inútil. O sucede que regreso desesperada después de una hora de tratar de caminar entre tanta gente que va tan relajada (yo no suelo caminar tranquilamente). He probado de todo: ponerme mascarillas, chatear, echarme unos alcoholes de buró hasta que no me puedo levantar, leer, hablar por teléfono - lo malo es que por lo general, en sábado, nadie contesta-, jugar con mi gato hasta que me rasguña o me muerde, intentar ordenar lo que sé que irremediablemente se desordenará en un par de días, pintarme las uñas, pintar un cuarto, meterme a google (sin intención de buscar algo específico), tomar fotos de mi gato, checar el hi5, el facebook y tal vez agregarles alguna aplicación que me haga perder el tiempo un rato, asomarme por la ventana, mirar el desorden a mi alrededor. Pero últimamente, mi imaginación no da para más actividades que hacen que el tiempo pase rápido, entonces tomo mi escoba y mi trapeador... y me pongo a hacer el quehacer. ¿Es una actividad patética habiendo tantas cosas por hacer? Tengo muchos - bueno, algunos- proyectos en la cabeza, que requieren de un poco más de esfuerzo intelectual que el bendito quehacer. Aún no sé por qué esos proyectos no fluyen y sólo están atorados como proyectos a largo plazo. ¿Será que sé que los voy a dejar a medias, como todo? ¿Cómo saberlo? Mientras tanto, seguiré haciendo mi quehacer, que es algo que, por lo general, si termino.

7 de agosto de 2008

Cotidiano... o no tanto...

Íbamos caminando, y la vimos, estaba acostada sobre unos cartones, con una cobija que tal vez alguien le regaló, balbuceando. Ya la había visto yo vagando por ahí. Pero ahora fue diferente, la niña pequeña, también la vió. Y pasamos, y se hizo el silencio. Nadie comentó nada, y pasamos de regreso, y otra vez, observamos calladas, tratando de evitar la mirada. Cuando llegó la noche, fue cuando todo salió: un llanto y un ¿por qué? Veía yo la cara de tristeza y escuchaba todas esas preguntas que no puedes contestar. Las cosas no van a cambiar, y no hay una respuesta que pueda dar esperanza a esos ojos llorosos inconsolables.