7 de agosto de 2008

Cotidiano... o no tanto...

Íbamos caminando, y la vimos, estaba acostada sobre unos cartones, con una cobija que tal vez alguien le regaló, balbuceando. Ya la había visto yo vagando por ahí. Pero ahora fue diferente, la niña pequeña, también la vió. Y pasamos, y se hizo el silencio. Nadie comentó nada, y pasamos de regreso, y otra vez, observamos calladas, tratando de evitar la mirada. Cuando llegó la noche, fue cuando todo salió: un llanto y un ¿por qué? Veía yo la cara de tristeza y escuchaba todas esas preguntas que no puedes contestar. Las cosas no van a cambiar, y no hay una respuesta que pueda dar esperanza a esos ojos llorosos inconsolables.

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