30 de diciembre de 2008

Más películas apocalípticas


Al fin, después de mucho tiempo, y pese a todos los comentarios, buenos y malos, ví
I am Legend.
Empezaré por mencionar los puntos malos:

(Atención: quien no la haya visto y quiera verla, absténgase de leer los puntos que se enlistan abajo, o sufra las consecuencias)
  • Nueva York, como siempre, Nueva York: los neoyorquinos ya deben estar hartos de ver su ciudad vuelta caos una y otra vez. No creo que eso les caiga muy en gracia, a mi me parecería ya enfermizo.
  • Un virus mortal, que primero pretende ser cura y luego se convierte en epidemia.
  • Muertos vivientes, zombies o lo que sea que se llamen, es un clásico ya de las películas apocalípticas que incluyen un virus, como en 28 Days Later y Resident Evil. Los zombies aquí sí están bien feos, no se ven reales, la animación esta muy fuera del realismo, hubiera sido mejor reclutar a varios actores para que la hicieran de zombies en lugar de esa falsa animación, ni Roger Rabbit se ve tan ficticio.
  • La casa del Sgto. Neville súper acomodada y ordenada, todo en su lugar, limpio, y con alimento como para estarse un siglo ahí. No falta ni luz, ni gas, ni agua potable.
  • Toooodos están infectados con el KV, el virus en cuestión, pues. Todos: humanos, perros, ratas, etc. Eso sí, los ciervitos siguen corriendo por las calles y los leones también, ninguno ha sido infectado. Me hubiera gustado ver una manada de animales infectados, como en Jumanji, pero todos como una jauría de terror, elefantes y zebras descarnados y con ojos desorbitados corriendo por las calles para encontrar alimento.
  • Que de buenas a primeras, una mona ahí toda debilucha y su hijito, sobrevivientes del caos, recorriendo estados, hayan salvado al súper Sgto. Neville. ¡Chale con el heroísmo! Las minas afuera de casa del sargento no les provocaron ni un rasguñito, la granada del final, tampoco. Bueno, ciencia ficción al fin, sobre todo mucha ficción. ¡Harto heroísmo, hartísimo!
  • ¡Harta esperanza, hartísima! Finalmente crea la cura y todos felices, la humanidad se salva, y sí, había un campamento de sobrevivientes. ¡Chaaaaale! ¡Jajaja!
Puntos a favor:
  • Aunque nadie lo crea, me gustan las películas apocalípticas, donde el mundo se acaba, la humanidad termina horriblemente y no hay esperanza. Supongo que algún día pasará, aparte es síntoma de nuestros tiempos: donde siempre hablamos del calentamiento global, de las guerras, la violencia, la guerra bacteriológica, etc., etc. Temas de los que hemos oído hasta el cansancio, y por más que se hable de ellos, pos nomás no pasa nada, ahí seguimos tratando de sobrevivir nomás.
  • Como renté el disco, pues me puse a ver los extras, los cuales me gustaron, porque son unos cortos animados de lo que sucedió en otras partes del mundo. Bueno, no me gustaron todos, el de Hong Kong si y también el de la India, uno por sutil y delicado, el otro por gore, así son mis gustos, eclécticos. ¡Ja! Bueno, todas las animaciones creo que son hechas por las mismas personas, pero tendré que checar bien antes de regresar la película al videoclub. Ésto también me dió una idea, de crear algún storyboard basado en alguna película, pero igual y lo echo al tintero a que se revuelva con otras ideas, total, he echado tanto ahí que ya no sé ni lo que hay.
  • El perro: soy amante de los canes y me gusta el perro, Sam, que en realidad es hembra. Bueno, las historias de perros siempre me conmueven, porque son fieles hasta el fin, y de verdad que lo son, ahí sí no hay ficción ni nada, los perros son así: fieles, leales, dulces, tiernos y hermosos. Así que, sí, inevitablemente me dolió ver morir al perrito. Todavía siento feo.
  • La música de Bob Marley suena bien, aunque de repente creo que ni al caso, pero bueno... ayuda a darle sentido a la triste vida del Sgto. Neville. Si yo fuera él, la verdad ya me hubiera aventado de un puente o algo así, no creo que algún humano, en su sano juicio, pueda soportar esa soledad, el peligro de morir diariamente y todavía darse el lujo de tener la casa reluciente.
  • ¡Y ya! Me cansé y de todos modos no llego a nada ni digo nada que no sepan ya. He perdido mi tiempo horriblemente. ¡Buaaaaa!
No soy fan del reggae, ni de Bob Marley, pero creo que esta canción es linda, aparte la ponen cuando este señor está bañando a su perrito:



Terminaré diciendo que hoy no ha sido un buen día, que este post es pura terapia, que hace frío mucho frío, tanto afuera como adentro.

26 de diciembre de 2008

Yingon bels, yingon bels, yingon-ol-de-wei



Soy bien hereje, me reí durante el rezo de Navidá. No pude evitarlo, hablaban de la concepción, de que María era virgen, y nomás no lo pude evitar: volteé a ver la cara de mi hermana y comencé a carcajearme. ¿Por qué? No lo sé, de verdad no quería, pero pasó.

A mi sí me gusta la Navidá. Es la única oportunidad de ver a toda la gente, que realmente quiero, junta. Me gusta porque comemos rico, porque todos juntos preparamos cosas, y ponemos la mesa y la quitamos y lavamos trastes, y echamos alcoholes. Me gusta porque platicamos y nos reímos. También me gustan los regalos. No soy una ñoña ridícula, pero más que recibirlos, me gusta ver las caras de quienes reciben lo que les traje. No lo sé, me gusta esa incertidumbre, ese suspenso, y por lo general veo caras felices, no sé si todos son buenos actores o de verdad les gusta el regalo. Lo que sí sé, es que a todos parece que les gustó lo que les dí y eso que ora sí me agarraron las carreras y los compré muy rápido, no sin pensar, pero sí muy rápido.

Este año decidí dejar a un lado la ñoña práctica que tenía de mandar mensajes con lindos deseos navideños a todos mis conocidos. Este año dije que, quien de verdad se acordara de mi, me escribiría y quien no, pues no. Decidí no forzar a la gente a escribirme algo que no sentía, al fin ya había, según yo, felicitado y abrazado a la gente necesaria. Decidí aventar mi teléfono en un rincón y no hacerle caso, la mera verdad no pensé recibir ni un mensajito. Pero no fue así, recibí la honrosa cantidad de cuatro, sí cuatro mensajes con lindos deseos, dos de Cancún, uno de Culiacán y uno más de un Grinch. Me dió gusto. Pero de todos modos seguiré con mi práctica anti-navideña-novoañesca y no le escribiré a nadie. ¿Pa qué? He perdido espíritu, he perdido mi horrenda manía de andar desperdigando amor vía mensajes de texto. Ya no me importa más.

Y así siguen pasando estos días fríos. Dedicaré mi tiempo a arreglar mi casa, a ver tele, a ver películas, a tejer y tejer como araña y a ver qué otras cosas salen al paso. No tengo ganas de salir, no quiero hacer nada en realidad, pero me choca sentarme a perder el tiempo y luego me arrepiento de no haber hecho nada. Esta vez sí tengo que hacer algo, aunque sea ordenar un poco este chiquero.

¡Merry Crismas an a Jappi Niu Yir a todos!

21 de diciembre de 2008

El Día que Los Olvidados Detuvieron la Tierra

En algún momento de mi vida quise dedicarme al cine. No sucedió así. Algún día contaré detalles. Ahora, lo que me interesa es ver cine, ver y ver y ver. Veo películas prestadas, las que pasan en la tele, a veces voy a cine, y así, veo y veo y veo. Últimamente no me ha ido muy bien con eso, porque no siempre tengo tiempo de sentarme por horas a ver una película. Pero hoy me desquité. Ví dos películas nuevas para mí: The Day Earth Stood Still y Los Olvidados. Definitivamente muy diferentes la una de la otra, y esto no es una comparación de ellas, es sólo comentario separado de ambas.

The Day Earth Stood Still la ví en el cine, en pantalla IMAX. Como siempre, todo pasa en Nueva York que es la capital del mundo del desastre, el apocalípsis y demás eventos catastróficos. Esta vez, no sé porqué, no sacaron a la estatua de la libertad desmoronándose. Ví a Keanu Reeves en su mismo papel de siempre: tieso, acartonado y con su manera cortante de hablar. No puedo decir que no me gustó, aunque pasa lo mismo de siempre y a veces me parece que estoy viendo pedazos de otras películas apocalípticas, pero hubo momentos que creo valieron la pena. Me hubiera gustado que el mundo terminara ahí, que exterminaran al ser humano y adiós. Eso de que las crisis generan cambios me parece muy dudoso y no creo que el extraterrestre se pudiera haber convencido de dejarnos seguir viviendo en este mundo con un pequeño gesto de cariño. Honestamente, de haber sido yo el ente alienígena, destruiría a la tierra sin chistar. Pero bueno, la cosa es transmitir esperanza e ideas de cambio en el mundo. ¡Ja, no lo creo! De las cosas que sí me latieron fueron los bichillos esos que parecían sarna metálica y empezaban a carcomer todo, también me gustó la idea de llevarse seres de todas las especies como arca de Noé. ¡Y ya! Por lo demás, creo que cumple con su cometido de entretenimiento, pero insisto, debieron haber destruido la tierra. ¡Qué más da!

Ahora, en mi afán de hacerme de una videoteca más o menos decente, busco por lo general películas que valga la pena tener. Hoy, saliendo de ver al sr. Reeves, me dirigí a la tienda de discos y encontré Los Olvidados por 66 pesos. ¡Pobre Buñuel! Debe estarse revolcando en su tumba porque su obra está siendo malbaratada. En cambio, yo aprovecho esas ofertas para hacer mi videoteca más grande e interesante. Bueno, al fin ví Los Olvidados. Me dejó sin palabras. Sólo me di cuenta que es en verdad cruda, y que las cosas fueron, son y seguiran siendo iguales. Desesperanzadora, triste y cruel. El final crudo y deprimente me gustó. Luego vi el final alterno: qué mal que obligaron a Buñuel a hacerlo, pero qué bien que no quedó en el corte final. Es dulce, esperanzador y destruye el resto del carácter de la película. Hasta la música es ñoña y melosa, como de una película de comedia. No quiero decir más, sería arruinarla y no quiero eso. Me gustó, no sólo por ser de Buñuel, no sólo por la foto de Figueroa, sino por su contenido y su retrato de la crudeza, por lo que me hizo sentir y como, aún siendo tan antigua, sigue siendo vigente.



Espero pronto volver a visitar ese lugar donde malbaratan buenas películas y hacerme de otras más.

11 de diciembre de 2008

DIY (do-it-yourself) o cómo me hice de aliados

Odio, detesto los cilindros de gas. Los odio por las siguientes razones:
1. No los puedo pedir por teléfono y debo esperar a que se les dé la gana pasar a los repartidores.
2. Siempre tienen una fuga o desperfecto que me crean crisis, si, crisis de las feas.

Contaré lo sucedido el día de hoy:

Me quedé sin gas, y pensé en dos opciones: uno, esperar pacientemente a que pasara el camión; dos, mejor no bañarme y ya, al fin que siempre está la alternativa del baño vaquero. Opté por la primera, y esperé y esperé, al fin oí la alarmita horrenda ésa que traen los camiones y salí corriendo, porque siempre pasan hechos un rayo y hay que corretearlos por toda la calle para que se dignen a darle uno el servicio. ¡Och, los odio!

Sucede entonces que viene el muchachito repartidor a instalarme el tanque, y yo, como toda una paranoica, checo que no tenga ninguna fuga antes de que se vaya el individuo. Esta vez, como casi siempre, hay fuga. Me pide que haga jabonadura, y sí, confirmo: hay fuga. El tipo me dice que es de mi tubo, no del tanque, así que toma su tanque vacío y se larga. Correteo detrás de él y le pregunto: "Oiga ¿y cómo le hago para que ya no se salga?" "Ah, pues use jabón de pasta y tape la fuga con eso." Y pues muchas gracias, hasta luego, y se largó. Y yo me quedé, con la angustia y la paranoia de que mi casa fuera a explotar en cualquier segundo. ¡Och, odio esa sensación! Hasta la cabeza me empezó a doler de la angustia.

Yo seguía echando jabonadura, supongo que con la muy remota esperanza de que dejaran de salir burbujas, pero no fue así.

Burbujas, burbujas, burbujas y no me hacen cosquillitas en el corazón.


Salí a la tienda por el famoso jabón de pasta. Compré un zote y lo partí en cachitos sobre mi tabla de picar con un cuchillo de cocina.


El inútil jabón Zote, mi tabla de picar y mi cuchillo doméstico.


Lo amasé y amasé, le eché tantita agua para suavizarlo porque estaba bien reseco. Al fin me salí a sellar el tanque con jabón. Qué bonito se veía, pero salía más gas y yo me sentía más angustiada.


Tanque sellado con el inútil jabón Zote.


Fui por unos palillos y saqué el jabón de todos los recovecos (¿así se escribe?), bueno. Al fin me decidí a hablarle al experto en estas cosas: mi papá. Y le dije que por favor no saliera corriendo a salvarme como siempre, esta vez, quería hacerlo sola. Y sí, de hecho, él de tantas llamadas que le hago y tantas veces que ha venido corriendo a salvarme, optó por regalarme unos aliados para esas penosas circunstancias: una cinta teflón, una llave Stillson (o como se escriba) y un perico. Me dijo que lo hiciera yo misma. ¿Yo? Tan débil, tan enclenque, tan nena...


Mis aliados. ¡Qué lindos!


Puse manos a la obra. Ay, con tanta angustia, pensando lo peor. Pero un milagro sucedió, logre vencer mi temor al gas, las explosiones, las fugas y lo logré. Desconecté el tubo, lo limpié, puse cinta teflón y lo volví a conectar. No dejó de tener fuga, pero al menos las burbujas no eran tan grandes y decidí dejarlo así. Si para la semana que entra, todavía pongo un post, es que mi trabajo fue bueno. Si no, pues imaginen lo peor.

Sí, soy una azotada ¿pero qué le voy a hacer?